En la incertidumbre, esperando y pensando más de lo que es sano. Repasando una y otra vez sus errores y el maldito karma que no la deja tranquila, está ella. El arquetipo de mujer que siempre juró no enamorarse, pero si Goliat perdió contra David, llegaría la hora en que se comería sus palabras y malas intenciones.
No fue fácil, su corazón estaba salvaguardado por mil candados, pero alguien se dedicó a buscar las llaves abandonadas por el mundo y logró derribar esas barreras. Una vez que ella lo notó, ya estaba perdida entre cálidos sueños de pasiones y amores. Prometió cuidarlo como el más grande tesoro que pudo haber descubierto e intentó arduamente proporcionarle los cuidados que se merecía. Pero un día todo salió mal y ese alguien, el que se dedicó a buscar las llaves, recordó una de las amargas aventuras por las cuales tuvo que pasar para rescatar una de estas, se sentía cansado y herido. Él decidió marcharse, dejándola llena de dudas, en el medio de la nada con su peor enemigo: su conciencia. La confianza que tenía se diluye cada día con el pasar de las horas. El amor la deja y la suerte también. Y ahora ella se pregunta si las heridas de él algún día sanarán.
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