martes, 15 de enero de 2008

El arte de hacer hora.

¿Es que hay algo peor que te dejen esperando?. Sinceramente me molesta cuando te dicen: "Juntemonos a las 4" y llegan a la media hora, campantes como si nada, pero quien me devuelve los 30 y tantos minutos de mi vida perdidos, ahí sentada en una escalera, en un andén, en una puerta, esperando y esperando.
No se imaginan las peripecias que se deben hacer para que ese largo tiempo vigilia pase lo más rápido posible. La teoría de Relatividad me juega en contra y cada minuto que pasa, parece una hora. No queda otra que observar a la gente que por ahí transita en ese momento, ver como salen del metro, ver a los que pasan por lo mismo que tú. El reloj avanza incesantemente y no falta el reencuentro de la parejita feliz, en ese instante mi mente se desvía y comienza a construir las más locas fantasías. ¿Y que tal si mi príncipe azul de atuendo perfecto llegara en este preciso momento?. Acorde a mi fantasía se baja del metro y me rescata del aburrimiento, llevandome a los mejores lugares donde obviamente, no debo esperar. Mí fantasía llega al climax cuando el llanto de un bebe te saca de onda, miro a mi alrededor y... aún no llega, llego al punto en que pienso; ¿Y si me deja plantada?. Las personas llegan, se van, el continuo bip y el ruido metálico de los torniquetes son los acompañantes.
¿ Desde cuando el ser puntual se transformó en algo malo?. ¿Acaso llegar a tiempo no es la moda?.
El guardia te dice amablemente que salgas de las escaleras, ¿Acaso queda algo más?. Si en tres minutos no llega, ¡Me voy!. Al final espero diez, cuando doy la vuelta derrotada, a un paso del torniquete, escucho mi nombre, ¡Llegó por fin!

 

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